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Maquinas de Café, Refrescos y Snacks. Xauen Vending

La bebida del Diablo

LA BEBIDA DEL DIABLO. De origen árabe y consumo universal, el #café ha generado un millonario negocio que crece a un ritmo galopante. Ya no se trata de beberlo para despertarse por las mañanas, sino de relajarse y gozar con su aroma y su sabor. La bebida que alienta la tertulia, agudiza los sentidos y mejora la salud gana adeptos día a día. Cuesta creerlo, pero suecos y finlandeses están más «enganchados» que nosotros; cada uno de ellos consume anualmente 12 kilos, frente a los 3,7 que toma cada español. «Esta bebida de Satanás es tan deliciosa que sería una pena dejar a los infieles el deleite exclusivo de tomarla. Hay que engañar al diablo y convertirla en cristiana». Si, como cuentan las crónicas, el papa Clemente VIII (1536-1605) no hubiera rechazado de esta manera la propuesta de los teólogos que pretendían excomulgar el #café (un brebaje hereje, traído por los mahometanos), es probable que nunca se hubieran llegado a consumir los 400.000 millones de tazas anuales que se toman actualmente en el mundo (14.000 millones de ellas en España). La infalibilidad papal nunca fue menos dudosa. En la actualidad, y según datos de la ICO (Internacional Coffee Organization), el cultivo del #café supone el sustento de 100 millones de personas en 80 países -todos ellos en la franja comprendida entre los trópicos de Cáncer y de Capricornio- y es la segunda exportación mundial en volumen de negocio después del petróleo. Lo que es más: en contra de los que le auguraban un futuro negro, corto y amargo, el café no sólo sigue marcando el pulso del mundo, sino que los estudiosos de tendencias lo están redefiniendo como «producto gourmet» y «concepto joven». «Los teenagers (adolescentes) de Manhattan llaman a las niñas pijas `latte girls’ (por el caffe-latte italiano, que es un exprés con mucha leche); en California, los jóvenes se pasan termos de café en clase y muchos adolescentes se refieren a sí mismos como `java junkies’ (yonquis del café), en una jerga que era impensable hace cinco años», publicaba no hace mucho The New York Times.

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